Saturday, September 29, 2007

Después de desmontar todas las historias creadas por la mala información y de conseguir canjear todos los descuentos que algún día pensó que le servirían para algo se atrincheró, por pura complicidad consigo misma, en cualquier rincón.
Llamémosle W.

Y pensó en él.

Se atribuyó algún que otro mérito que gracias a Dios yo no recuerdo, e intimó con una escultura que años atrás le pareció su propia vida en barro.
Buscó la aprobación de alguien mayor, de un padre, de un maestro; y no encontró nada.
Fingió la picardía del que no siente nada.
La astucia de la mujer despechada que sabe que esta sola.
Se unió al bullicio de la gente que ya no se cruza contigo.
Al desconsuelo del rechazo.
A la llegada de alguien que no llega.

Cuando la ví le conté que un día las olas chocaron contra las rocas y no hicieron ningún ruido.
Que leí en un cuento que al despertar aún era de noche, que se desnudó y salió corriendo por toda la costa.
Que un hombre gritó desesperado, que de desplomó sobre el agua y que la arena le tapó los ojos.

( ... )

Y después de todo, lo único que hizo fue esconderse detrás de la cortina de humo que inventaron cuando decían que podían verse a través de todo el mundo.