Thursday, April 24, 2008

No pasó durante el mes de Abril

Decides sentarte a su lado porque su olor te recuerda a uno de los mejores momentos de tu vida. Sabes que sucedió durante un invierno no demasiado frío y crees que todo empezó durante el ocaso, sobre las siete.

Te has olvidado de cómo eran sus dientes, de cómo eran sus manos. Recuerdas vagamente los rasgos de su cara, e insegura intentas devolverle a tu memoria el tacto de su voz contra tu cuerpo. Te has olvidado del número de veces que besasteis las mismas cosas. De las cosas que besabais el mismo numero de veces.

De cómo arrancaba el oxígeno de tu ombligo.

Has olvidado todo aquello que un día creíste que jamás olvidarías. Y parece que vuelve a ser invierno y sigue sin ser frío.
Y tocan las siete.

Y eres tan tonta que te sientas a su lado, porque te recuerda a él. Porque ese olor es lo único que te queda, porque se llevó todo lo demás. Porque tú eres de las que cumple sus promesas, porque tu no rompiste ni una tregua.

Y no te das cuenta de que te vas quedando sola. De que ya son las doce y nadie se acuerda de ti, de que nadie te juró nada que después cumpliera. Que no tienes a nadie a quién prometerle tus besos.

Que ya nadie te arrancará el oxígeno de tu ombligo.

Que no hay suficientes ombligos para el aire que te falta.

Wednesday, November 28, 2007


Podría mentirte.

Podría contarte que la mujer descalza soy yo, que nunca encontrarás a nadie que se me parezca. Que alguna te engañará con sus estupideces y te hará creer que su sonrisa es más blanca que la mía. Te dirá que te quiere, que hará de ti el hombre de su vida, que te soplará cuando mueras de calor y que compartirá su pan contigo el resto de sus días.
No la creas, por Dios no lo hagas.

Acuérdate de mí. Compárame con todo el mundo. Utilízame como cebo. Añádeme cosas que nunca he sido. Agarra mi figura y mezcla tus sueños con mi cuerpo. Piensa en mí y ponme otros ojos, otra voz, otras manos.
Piensa en mí y hazme más fuerte, más amable, más bonita.
Perfeccióname, hazme imposible.
Juega conmigo, méteme miedo.

Y entonces, solo entonces, encontrarás a alguien que me destrozará. A esa es a la mujer que debes creer.
A la que sea capaz de destrozar tus sueños.

Saturday, September 29, 2007

Después de desmontar todas las historias creadas por la mala información y de conseguir canjear todos los descuentos que algún día pensó que le servirían para algo se atrincheró, por pura complicidad consigo misma, en cualquier rincón.
Llamémosle W.

Y pensó en él.

Se atribuyó algún que otro mérito que gracias a Dios yo no recuerdo, e intimó con una escultura que años atrás le pareció su propia vida en barro.
Buscó la aprobación de alguien mayor, de un padre, de un maestro; y no encontró nada.
Fingió la picardía del que no siente nada.
La astucia de la mujer despechada que sabe que esta sola.
Se unió al bullicio de la gente que ya no se cruza contigo.
Al desconsuelo del rechazo.
A la llegada de alguien que no llega.

Cuando la ví le conté que un día las olas chocaron contra las rocas y no hicieron ningún ruido.
Que leí en un cuento que al despertar aún era de noche, que se desnudó y salió corriendo por toda la costa.
Que un hombre gritó desesperado, que de desplomó sobre el agua y que la arena le tapó los ojos.

( ... )

Y después de todo, lo único que hizo fue esconderse detrás de la cortina de humo que inventaron cuando decían que podían verse a través de todo el mundo.

Monday, March 05, 2007

Un constante parpadeo se vuelve postre de la noche y con el telón levantado se olvidan de subir el escalón. Uno de ellos, el más valiente, se pone a recitar. Y uno de ellos, el más valiente, se va del salón.
Cuando acaba la última escena, la primera bailarina rompe a llorar y nadie se sienta con ella.

Retos como prisiones para los que decidieron dejarlo todo por alguien; trebejos viejos que se quemaron para demostrarlo.

Sunday, November 26, 2006

Un día..



Un día te levantas y te parece el día apropiado, el día que para todo debería ser el día.

Un día te levantas y ya nadie te pregunta que quieres ser de mayor.
Un día te levantas y te pones a ordenar las doscientas cartas de amor que nunca quisiste contestar porque olvidaste quién las mandó.
Y se acerca una mujer y te cuenta que hoy soñó contigo.

Un día te levantas y el primero que se cruza contigo te guiña un ojo y te descubre.
Te bebes un litro de veneno y te sabe bien.
Un día te levantas y te han mandado un ramo de flores.
Y no tiene remitente.

Un día te dan un beso y no parece un beso.
Un día te levantas y alguien te cuenta un cuento.
Y te gusta y no te lo vuelven a contar.

Un día..

Monday, October 30, 2006

Acuerdo de indefinido

La noche que decidí dejarte atrás se apagaron las luces de la calle de San Juan, todas ellas ardían demasiado. Recuerdo no cruzarme con nadie mientras me marchaba de allí, aunque juraría que alguien me miró desde una de las ventanas del quinto piso del hotel donde pasamos aquella noche que no era un día especial.
Recuerdo aquellos doce minutos, los mismos seis que antes tardaba en ir a tu mejilla, como los más largos de mi vida.
Nadie se sentaba ya en el balcón, era demasiado Enero.

Ya no congeniaban las callejuelas ni rimaban entre ellos los paseos que cruzaban corriendo por mi lado. Hice conocedor de mi delirio a los dos dobles tiempos que jugaron conmigo durante la carrera.
En el rincón de la estatua, justo entre su mano y el pie, ya se sentaba alguien y la calle por donde cogíamos los atajos estaba cortada.

Ahora es algo que no sabría explicarte nunca, como decirte que lo que creías inolvidable ya se aparece borroso.
Jugando al contrabando secreto no se puede ganar siempre.
Y es que en los temas que no son de amor, no vale todo.

Después de destrozar el acuerdo de indefinido y de dejarte un par de cosas mías por ahí tiradas para hacerlo más doloroso, me puse a pensar en todo lo malo que tiene lo bueno de ti.

Tres horas después chapoteé un poco; y antes de caerme al suelo golpeé una de esas rejas antiguas de farmacia para hacer la despedida algo más conmovedora, ya sabes, como en las películas.
Me imaginé si alguien lloraría al verlo.

Thursday, February 09, 2006

Existen días donde todo parece más difícil, más extrañamente complicado.
Demasiado haraposa nos empieza a resultar la aburrida verdad de la piedra y los humanos, la de los múltiples tropezones y los aprendizajes temporales. Tarea que resulta demasiado sencilla en voz ajena.

Jamás me sentí más loca o menos brillante por gustarme el fuego. La caliente sensación de que algo repentino pudiera alterar mínimamente esa diligente frialdad de la que me hice cargo con tan solo quince años.
Me encanta ponerme las enormes y viejas botas que animan a mis pies a salir a la calle sin darme cuenta, y notar esa cálida sensación de incomodidad que a mi tanto me enloquece.

Tengo un miedo inexplicable a despertar una mañana y no sentir que quemo. Tengo miedo a no poder quemar a nadie nunca más.
Miedo a soplar muy fuerte y escapárseme sin querer un adiestrado golpe de vaho congelado.

Los días como hoy, esos que explicaba antes, van siempre acompañados de pequeños escalofríos que pretenden, diría yo, alejarme de este sitio tan caliente donde yo me he acomodado.
Y cuando a punto están de conseguirlo, aparece, como siempre, esa sensación que sin saber como empezó, ya todos le han puesto un nombre distinto y una forma diferente de aparecer.

Y de repente, como un golpe de aire, un tacto torpemente afeminado me devuelve a mi lugar.