Monday, December 20, 2004

Conozco a mucha gente que a menudo cuenta historias inventadas para conseguir cierto tipo de objetivos.
No hablo de historias sobre trifulcas, ni historias sobre leyendas que alguien inventó un día y fueron pasando de boca en boca.
No hablo de historias con colores y dibujos, ni de aquellas que han pasado de generación en generación.
No hablo de esa historia que todos sabemos y nadie se atreve a contar, ni de aquella que un día soñamos y olvidamos escribirla para recordarla al día siguiente.

Hablo de historias que por algún motivo especial han contado alguna vez, o quizá la cuenten siempre. Por necesidad, por placer o por simple curiosidad de saber la respuesta del que la escucha.

Pocas veces tengo conversaciones que lleguen a límites personales. Cuando digo límites personales, me refiero a esas conversaciones que si se forzaran serían capaces de hacerte llegar al mar de lágrimas.
Mi muñeca derecha tiene una pequeña cicatriz.
Llámenme loca por jugar con ese tipo de cosas, pero no es un juego cualquiera.
Es mi juego, y mi imaginación. Además siempre acabo diciendo que es broma.

Me pongo seria y digo que tengo un gran secreto que contarle. Que fueron momentos duros, de gran angustia.
Creo que en esos momentos me tienen un poco de miedo, suelen sentarse más cómodos, me miran menos a los ojos y hablan con muchos puntos suspensivos.
Hace tiempo que ya no se lo cuento a nadie.. será que me estoy haciendo vieja y ya no me gustan las falsas historias?

Cuéntenme una historia, su historia. Quizá así deje de tener esta imaginación tan escabrosa y empiece a contar mentiras un poco más normales.





Monday, December 06, 2004

Cuando era pequeña quería ser princesa, como todas las niñas de mi edad.

Ellas soñaban que vestían lujosos vestidos de seda, con enormes coronas llenas de brillantes.
Que desayunaban platos llenos de fresas con nata y cenaban caramelos rellenos de chocolate.
Ellas soñaban con su príncipe azul montado a caballo, con una larga melena rubia y una espada que les salvaría de todo tipo de problemas.

Todas soñaban lo mismo y se lo contaban unas a otras entre risas y galletas. Esos escasos minutos diarios eran casi necesarios, les brillaban los ojos y veían quien era la que soltaba la barbaridad más grande.

Yo era como ellas, bailaba cualquier sonido parecido a música, destripaba muñecos de peluche y discutía por ser la líder del escondite.
Cuando era pequeña quería ser princesa, pero no ese tipo de princesas.
No soñaba con ningún príncipe azul, no desayunaba fresas con nata ni quise aprender nunca a montar a caballo.
Nunca me gustó la seda y siempre preferí la plata a los brillantes.
Yo quería comprar ropa cuando llegaran las rebajas, merendar a las nueve de la noche y escribir cartas a alguien que no existe.
Yo quería llorar con las canciones de amor y resolver mis problemas sin golpes de espada.

Cuando era pequeña quería ser princesa, ahora quiero ser pequeña.